Actualmente la figura del maestro sigue siendo considerada, analizada y profundizada pero nunca negada porque concretamente no se la puede desconocer como elemento necesario en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Ciertamente que en estos días la figura del maestro no tiene la capital importancia que tenía e otras épocas, hoy está cuestionada en su autoridad, profesionalidad y saber porque se entiende que el progreso de los pueblos pasa por el desarrollo económico más que por el educativo. Hoy existen muchos análisis sobre la figura del maestro en base a los diferentes posicionamientos teóricos. Algunos lo piensan como el instrumento más efectivo de dominación que tiene el poder en ejercicio, otros en cambio, como Pulo Freire, lo consideran como la llave de liberación personal y social, contrariamente a los que lo catalogan como un elemento de conservación del status quo. Como vemos el análisis sobre la figura del maestro depende el posicionamiento teórico desde el cual se efectúe el estudio.
No es extraño encontrar que , a partir de estas concepciones teóricas del maestro, la escuela sea utilizada como un lugar de transmisión acrítica del saber, espacio de reproducción social o consolidación de estructuras de poder.
Pero, a pesar de las diferentes miradas, de los diferentes conceptos que cada autor propone, ninguno desconoce la capital importancia que tiene el maestro a la hora de efectuar esa transmisión de conocimientos que busca en la persona no solo su desarrollo intelectual sino físico y espiritual.
El maestro no es un elemento más en el proceso educativo, es un elemento necesario e ineludible porque sin él el proceso de transmisión de conocimientos de una generación a otra y el desarrollo integral de las potencialidades latentes en la persona se cae sin posibilidad de resurgimiento.
